«Desde niño, siempre tuve el impulso de comerciar, intercambiar y buscar oportunidades. Aprendí a trabajar desde temprana edad, saltando de un empleo a otro, absorbiendo conocimientos, desarrollando habilidades y enfrentándome a la dura realidad de lo que significa ser explotado laboralmente. Pero fue en ese camino donde descubrí que la única forma de construir algo realmente nuestro, era hacerlo con nuestras propias ideas y esfuerzo.

Cuando llegué a Mérida para estudiar en la universidad, la necesidad de generar ingresos se convirtió en un desafío real. Probé con trabajos convencionales, pero me encontré con las mismas historias de abuso y falta de reconocimiento. Así que decidí tomar un camino distinto: emprendí con lo poco que tenía, vendiendo productos sin una marca, sin una identidad, entregando pedidos en transporte público, perdiendo horas, pero ganando experiencia.

Y entonces entendí algo fundamental: solo no iba a poder.

Fue ahí donde iuku comenzó a tomar forma. La idea dejó de ser solo mía y se convirtió en un sueño compartido. Seis amigos, compañeros de la universidad, cada uno con su historia, con sus propias luchas y aspiraciones, decidimos unirnos. No solo para crear una marca, sino para construir un futuro en el que no tuviéramos que depender de nadie más. Un futuro donde la calidad, el diseño y la funcionalidad no fueran lujos, sino estándares.»